La escena se repite cada vez que una potencia mueve una ficha. Esta vez, el tablero es la industria global y el avance chino volvió a encender alarmas. En el Seminario Propymes del Grupo Techint, empresarios y funcionarios coincidieron en algo que resuena como una imagen clara: el mundo está cambiando de ritmo, y Argentina no puede seguir “jugando al fútbol cuando el partido global se transformó en hockey sobre hielo”.

Paolo Rocca lo expresó con crudeza: “China tiene una actitud predatoria y responde a una necesidad estratégica de conquista hegemónica”. Y ese diagnóstico no surge del miedo, sino de cifras que golpean como una escena concreta: el gigante asiático ya explica el 35% de las manufacturas globales y triplicó su superávit comercial en apenas siete años.

Javier Martínez Álvarez profundizó ese enfoque. Dijo que Occidente actuó con “inocencia” al abrirle la puerta a un modelo de planificación centralizada que “generó destrucción en sectores industriales de otros países”. Desde esa perspectiva, el dilema argentino no es abrirse o cerrarse, sino cómo y a qué ritmo. En su lectura, “se construyeron falsas dicotomías” y la verdadera amenaza es la primarización si la relación con China no incluye una estrategia industrial sólida.

El análisis también miró hacia Estados Unidos, en el marco de la alianza entre Javier Milei y Donald Trump. Para Techint, ese vínculo abre oportunidades en energía, gas y bienes industriales, siempre que Argentina logre fortalecer su competitividad interna.

Ricardo Markous aportó un dato que construye una imagen de potencia posible: “Vaca Muerta es posible porque hay industria nacional”. Hoy produce 800 mil barriles diarios y abastece gas de forma competitiva, con pymes como columna vertebral. El mensaje es claro: sin entramado industrial, no hay soberanía energética.

Martín Berardi completó el panorama con números duros: las importaciones indirectas de acero casi se duplicaron y la presencia china pasó del 18% al 32%. Mientras tanto, el consumo argentino sigue en recuperación lenta.

En este nuevo mundo, inestable, veloz, reconfigurado, la pregunta es inevitable:
¿cómo se prepara un país para no quedar afuera del partido?
El desafío es técnico, económico… pero también cultural. Argentina aún tiene margen. Lo importante es no perder el idioma del juego.